CORRUPCIÓN.- UN ANTES Y
UN DESPUÉS.
Corromperse y corrupción son palabras que hasta no hace mucho se
utilizaban solamente para describir el rápido deterioro de la materia viva y de
los alimentos. Ah, se me olvidaba, y también cuando nos aludían -con gesto de
misterio- al brazo incorrupto de Santa Teresa. Que a los niños nos daba un poco
de asco. Después supe que lo tenía el dictador Franco en una urna en su
habitación, no sé si será leyenda pero ese símbolo necro-sacro debía de “ponerle”
a la hora de firmar sentencias de muerte.
Bueno, que
me voy por los cerros de Úbeda. Pues resulta que -no se por qué ni por quien-
la palabra se impuso para llamar de una forma elegante a lo que en lenguaje
llano y sencillo teníamos por “chorizada” o, más concretamente, ladrón de
guante blanco.
Pero no me
cabe la menor duda de que todos adoptaron y aceptaron el término con gran
complacencia, pues siempre -tanto a los que la hacen como a los que lo relatan-
les ha dado grima utilizar palabras de expresión plástica de las de toda la
vida, y que de ellas las hay de espléndida riqueza en todas las lenguas del Estado
español.
Dicho y
hecho. Corrupción. Y todos -el espabilao
españolito lo captó a la primera- lo entendieron sin hacer falta explicarles de qué iba, sobre
todo porque la aplicación del vocablo iba unida, una y otra vez, a las hazañas
de las primeras apropiaciones indebidas o estafas que pasaron a los titulares
de los periódicos.
Al principio
solo se referían a los pocos y aislados casos de Directores de Banco -¿os
acordáis de Manolo “el del Popular”?
que -para desgracia de sus patronos llegaron a pensar en un reparto social empezando por ellos
mismos. En ese entonces la Banca todavía tenía una credibilidad inmensa, y se
la respetaba por el populacho con ese tipo de respeto que se tenía al poder,
especialmente al que nos permitía poder comprar la casa (esa compra de vivienda
que el españolito había incorporado a su vida como el caracol a su concha).
Pero no
pasaba de la página de sucesos.
Una vez ya
en la llamada Transición, pocos de los muchos chanchullos que se produjeron en
la UCD pasaron a formar parte de la opinión pública.
Después la
gran página de la Corrupción en este País, sin que todavía adoptara ese nombre,
se inició con Banca Catalana, el gran chanchullazo que Pujol y otros prohombres
de la burguesía catalana promovieron y que el pacto con Felipe González -para
disgusto del Fiscal Villarejo, al que apartaron desde la propia Fiscalía
General del Estado- pacto hecho por motivos de acallar aquel incipiente
nacionalismo catalán del que con tanta destreza supo usar Pujol para bien suyo,
de su familia, de su Partido y del Estado español, desapareció tanto de los
juzgados de lo penal como de la escena pública.
El pueblo
llano en ese entonces estaba a lo que estaba, trabajar a tope para pagar las
múltiples letras que había firmado para comprar todo aquello que el Sr.González, Don Felipe, había prometido en forma de -me da la risa floja- “Estado del Bienestar”.
Después se
descubrió las inmensas estafas que el aparato del PSOE -léase Felipe González,
Alfonso Guerra y sus acólitos respectivos- habían puesto en marcha a través de
las Empresas Filesa, Malesa y Time Sport para recaudar. Sí, como simple y
eficaz mecanismo de recaudación.
De la que se
beneficiaron ellos y el Partido. Pero sobre todo ellos. Bueno, la verdad es que
se enteraron por la prensa.
Terminaron
pagando el pato los pobres-tontos de siempre, los que figuraban como tontos
-hasta entonces listos- de paja. Para
aligerar aquel desastre se utilizó la mayoría socialista del Congreso y se
aprobó el -sigue dándome la risa otra vez- llamado “Código Penal de la
Democracia” (para eso pusieron al ínclito Sr. Belloch, de infausta memoria,
después más tarde premiado con la Alcaldía de Zaragoza). Código Penal que,
entre otras bellezas, suprimió la Falsedad documental -a la que llamaban
ideológica, así como el delito de usura, practicado sin medida y sin decoro por
los poderes económicos y financieros a los que sin duda tanto debía la cúpula
del Partido. Delito de usura que ni siquiera había suprimido el denostado
dictador.
Pero ya para
aquel entonces apuntaban maneras los prohombres que se dieron a sí mismos el
nombre de socialistas. No obstante ello,
y a pesar de que se supieron chanchullos diversos con motivo de la Exposición Universal
de Sevilla, todavía el nepotismo y la influencia en los medios de difusión eran
tan amplios y profundos, que no traspasaba con fluidez lo que sucedía en las
cloacas del Estado y el buen españolito se creía tener en sus gobernantes
maravillosos ejemplos de honradez.
Mucho
periodismo de investigación queda por hacer respecto a aquel amplio periodo de
hegemonía socialista, no solo en el aparato del Estado sino, y
fundamentalmente, en los Municipios en los que entraron a saco. Uno de ellos me
sé yo cuando los hados me llevaron, pobre de mí, a creer en la tradicional
honestidad de Pablo Iglesias (no éste de ahora, por favor) como ejemplo de un
partido -creía yo- del Pueblo.
Desaparecido
el poder socialista, para el que hicieron méritos propios, y ya con el Sr.
Aznar a caballo sobre este pobre gran País, se fraguó, se fabricó una
verdadera, amplia, profunda y bien organizada estructura defraudatoria que
abarcó a todo el poder público, estatal, autonómico, provincial, local y de
Instituciones interconectadas.
Un inmenso
furor de llevarse los dineros se contagió en quienes, desde el conocimiento y
complacencia de quienes ocupaban los más altos cargos del Estado y del Partido,
en este caso el Partido Popular, cayeron sobre el entramado institucional
público como la langosta sobre la mies.
Y, a su vez,
creó un clientelismo tal que tapó bocas y conciencias hasta un límite
insospechado.
Todos los
casos de robo sin cuartel -que no corrupción- conocidos y los por todavía
conocer no son sino el pus que mana de tantos y tantos tumores como desde la
más absoluta impunidad, llenaron España.
Otro día os
explicaré cómo y de qué especies y maneras se ha corrompido y se corrompe a este País. Más allá del dinero indebidamente apropiado de las arcas públicas.
Paco Albert. 22 de mayo de 2017.