lunes, 22 de mayo de 2017

CORRUPCIÓN.- UN ANTES Y UN DESPUÉS.

Corromperse y corrupción son palabras que hasta no hace mucho se utilizaban solamente para describir el rápido deterioro de la materia viva y de los alimentos. Ah, se me olvidaba, y también cuando nos aludían -con gesto de misterio- al brazo incorrupto de Santa Teresa. Que a los niños nos daba un poco de asco. Después supe que lo tenía el dictador Franco en una urna en su habitación, no sé si será leyenda pero ese símbolo necro-sacro debía de “ponerle” a la hora de firmar sentencias de muerte.

            Bueno, que me voy por los cerros de Úbeda. Pues resulta que -no se por qué ni por quien- la palabra se impuso para llamar de una forma elegante a lo que en lenguaje llano y sencillo teníamos por “chorizada” o, más concretamente, ladrón de guante blanco.
            Pero no me cabe la menor duda de que todos adoptaron y aceptaron el término con gran complacencia, pues siempre -tanto a los que la hacen como a los que lo relatan- les ha dado grima utilizar palabras de expresión plástica de las de toda la vida, y que de ellas las hay de espléndida riqueza en todas las lenguas del Estado español.

         Dicho y hecho. Corrupción. Y todos -el espabilao españolito lo captó a la primera- lo entendieron sin hacer falta explicarles de qué iba, sobre todo porque la aplicación del vocablo iba unida, una y otra vez, a las hazañas de las primeras apropiaciones indebidas o estafas que pasaron a los titulares de los periódicos.

            Al principio solo se referían a los pocos y aislados casos de Directores de Banco -¿os acordáis de Manolo “el del Popular”? que -para desgracia de sus patronos llegaron a pensar en un reparto social empezando por ellos mismos. En ese entonces la Banca todavía tenía una credibilidad inmensa, y se la respetaba por el populacho con ese tipo de respeto que se tenía al poder, especialmente al que nos permitía poder comprar la casa (esa compra de vivienda que el españolito había incorporado a su vida como el caracol a su concha).

            Pero no pasaba de la página de sucesos.

            Una vez ya en la llamada Transición, pocos de los muchos chanchullos que se produjeron en la UCD pasaron a formar parte de la opinión pública.

            Después la gran página de la Corrupción en este País, sin que todavía adoptara ese nombre, se inició con Banca Catalana, el gran chanchullazo que Pujol y otros prohombres de la burguesía catalana promovieron y que el pacto con Felipe González -para disgusto del Fiscal Villarejo, al que apartaron desde la propia Fiscalía General del Estado- pacto hecho por motivos de acallar aquel incipiente nacionalismo catalán del que con tanta destreza supo usar Pujol para bien suyo, de su familia, de su Partido y del Estado español, desapareció tanto de los juzgados de lo penal como de la escena pública.

            El pueblo llano en ese entonces estaba a lo que estaba, trabajar a tope para pagar las múltiples letras que había firmado para comprar todo aquello que el Sr.González, Don Felipe, había prometido en forma de -me da la risa floja- “Estado del Bienestar”.

            Después se descubrió las inmensas estafas que el aparato del PSOE -léase Felipe González, Alfonso Guerra y sus acólitos respectivos- habían puesto en marcha a través de las Empresas Filesa, Malesa y Time Sport para recaudar. Sí, como simple y eficaz mecanismo de recaudación.

            De la que se beneficiaron ellos y el Partido. Pero sobre todo ellos. Bueno, la verdad es que se enteraron por la prensa.

            Terminaron pagando el pato los pobres-tontos de siempre, los que figuraban como tontos -hasta entonces listos- de paja.  Para aligerar aquel desastre se utilizó la mayoría socialista del Congreso y se aprobó el -sigue dándome la risa otra vez- llamado “Código Penal de la Democracia” (para eso pusieron al ínclito Sr. Belloch, de infausta memoria, después más tarde premiado con la Alcaldía de Zaragoza). Código Penal que, entre otras bellezas, suprimió la Falsedad documental -a la que llamaban ideológica, así como el delito de usura, practicado sin medida y sin decoro por los poderes económicos y financieros a los que sin duda tanto debía la cúpula del Partido. Delito de usura que ni siquiera había suprimido el denostado dictador.

            Pero ya para aquel entonces apuntaban maneras los prohombres que se dieron a sí mismos el nombre de socialistas.  No obstante ello, y a pesar de que se supieron chanchullos diversos con motivo de la Exposición Universal de Sevilla, todavía el nepotismo y la influencia en los medios de difusión eran tan amplios y profundos, que no traspasaba con fluidez lo que sucedía en las cloacas del Estado y el buen españolito se creía tener en sus gobernantes maravillosos ejemplos de honradez.

            Mucho periodismo de investigación queda por hacer respecto a aquel amplio periodo de hegemonía socialista, no solo en el aparato del Estado sino, y fundamentalmente, en los Municipios en los que entraron a saco. Uno de ellos me sé yo cuando los hados me llevaron, pobre de mí, a creer en la tradicional honestidad de Pablo Iglesias (no éste de ahora, por favor) como ejemplo de un partido -creía yo- del Pueblo.
            Desaparecido el poder socialista, para el que hicieron méritos propios, y ya con el Sr. Aznar a caballo sobre este pobre gran País, se fraguó, se fabricó una verdadera, amplia, profunda y bien organizada estructura defraudatoria que abarcó a todo el poder público, estatal, autonómico, provincial, local y de Instituciones interconectadas.

       Un inmenso furor de llevarse los dineros se contagió en quienes, desde el conocimiento y complacencia de quienes ocupaban los más altos cargos del Estado y del Partido, en este caso el Partido Popular, cayeron sobre el entramado institucional público como la langosta sobre la mies.

            Y, a su vez, creó un clientelismo tal que tapó bocas y conciencias hasta un límite insospechado.

            Todos los casos de robo sin cuartel -que no corrupción- conocidos y los por todavía conocer no son sino el pus que mana de tantos y tantos tumores como desde la más absoluta impunidad, llenaron España.

            Otro día os explicaré cómo y de qué especies y maneras se ha corrompido y se corrompe a este País. Más allá del dinero indebidamente apropiado de las arcas públicas.

Paco Albert. 22 de mayo de 2017.
           


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