DESPRECIO DEL GOBIERNO
A LA SOBERANÍA DEL PUEBLO
El Sr. Rajoy, que se presenta a sí mismo como verdadero sostén de la democracia, ha tratado -una vez más- al Pueblo, representado por el Congreso de los Diputados, como ese felpudo que sirve para limpiarse la suela de los zapatos.
Ayer la mayoría de la Cámara votó por mayoría de 207 contra 134 votos la reprobación del
Ministro Catalá y pidieron la destitución de la cúpula de la Fiscalía por sus injerencias en la acción de los fiscales para intentar proteger a los
cargos de su partido imputados en casos de corrupción.
La moción contra Catalá reclamaba además del Gobierno la
destitución del fiscal general del Estado, Jose Manuel Maza, y del Fiscal Jefe de Anticorrupción Manuel Moix.
Todos ellos han salido airosos, haciendo alarde, además, de chulería con una sonrisa plena de impunidad y picardía.
Y es que las mociones de reprobación no
son jurídicamente vinculantes para el Gobierno.
Lo cual quiere decir que el Estatuto de
las Cortes permite convertir la soberanía popular en ciencia ficción.
La moraleja que cabe sacar de este
enredo es que todos, los reprobantes y los reprobados, sabían de antemano que
la sangre no iba a llegar al río, que todo iba a quedar como estaba.
Se trataba, para los Partidos
reprobantes (PSOE, PODEMOS y CIUDADANOS) de sacar pecho, darle unos cachetes al
Gobierno y de paso al resto, y -sobre todo- de hacer frente a los ciudadanos un
verdadero ejercicio de marketing.
Han quedado del 10. Han puesto a parir,
con argumentos todos ciertos, al títere Ministro y a los obedientes Fiscal
General y Fiscal Anticorrupción (ahí es nada…) y les ha servido para ganar
credibilidad popular.
Los otros, los reprobados…. como que de
coña. Yo obedezco a mi Señor -decía el Ministro- Yo me debo al Presidente que
me ha nombrado y no me quita su confianza. Y respecto a los otros, a los
Fiscales, haciendo un papel bochornoso de predicar la autonomía de la Fiscalía
que no se creen ni durmiendo.
El gran Teatro de una comedia pública y
consabida. Unos y otros, todos sabían que no les iba a servir para otra cosa
que para salir a escena y dar unos cuantos pases al mostrenco que, una vez más,
se va para casa, al corral de La Moncloa alejaditos del tufillo de los
menestrales y plebeyos, que a la postre piensan que son -no sin razón- esos a
los que el Fiscal General calificaba de “unos y otros”. Cierto, Sr. Maza,
cierto. Son “unos y otros”, no son ciudadanos, porque ustedes hace tiempo que
les rebajaron de categoría. Y no pasó nada.
Hoy son solo votantes. Después, hasta las próximas votaciones, meros convidados de piedra que miran, como expectadores de un partido de tenis, cómo va la pelota de un sitio a otro. Y a veces ni eso.
Ante este estado de cosas, cuando la
cacareada Soberanía del Pueblo no sirve más que para hacer una carnavalada sin
más consecuencias, Ministro de Justicia y Fiscales dando la espalda al pueblo
mostrando un desprecio absoluto… Ante esto... ¿qué cabe hacer? ¿Alguien se lo ha
preguntado?
Sigan los ciudadanos entregando sumisos
sus votos a aquellos y a éstos. No critiquen su inacción, no descalifiquen su’
cobardía, no reprueben la farsa que diariamente llevan a cabo con palabras
aparentes, no les exijan el saneamiento de la vida pública para que todos los
ladrones devuelvan lo robado, y no les afeen tal grado de sumisión de la
Justicia y de los legisladores al Ejecutivo.
Montesquieu no es que haya muerto. Está
disecado.
Paco
Albert. 17-5-2017
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