NO LLORES, DOS MESES PASAN PRONTO…
Leo que esas fueran las últimas palabras de Lorca a su último amor, en el andén de Atocha, en una despedida que fue no solo un adiós al amor sino a la vida misma.
Dos meses pasan pronto, resuenan en mi alma esas palabras del poeta como el eco de pisadas secas sobre una calle fría en la madrugada.
Y me recuerdan, no puedo evitarlo, la truncada esperanza que
todos hemos tenido alguna vez en la vida. Y hemos llorado, por dentro o por
fuera, con lágrimas que nunca han llegado a detenerse de verdad.
El tiempo no ha parado, ha seguido sin fin, y nuestra
esperanza se convirtió en pasado, y el pasado aún es presente y se convirtió en
esa espada afilada que hace más daño que el recuerdo.
Pasaron dos meses, y más, Federico.
El amor, el amor tuyo quedó en el andén y todavía sigue en
él.
Todos y todas, los que decimos un adiós y quedamos fijos con
la mirada puesta en ese tren que se fue, hemos seguido esperando a que volviera
el amor que partió y que nos dijo “no llores, volveré pronto”.
Alguna vez sucedió así. Otras veces lo hemos soñado, pero al
despertar nos ha quedado la sensación de que vamos a seguir esperando a ese
amor que siempre deseamos con todo el alma y ya no sabemos con certeza si es
que se fue y no vino o sencillamente nunca estuvo.
Y somos fieles al recuerdo. O quizás a quien queremos ser
fieles es a ese amor soñado siempre, siempre soñado y querido que partió sin
haber venido.
Han pasado más de dos meses, Federico. Y la poesía nunca ha
desaparecido del andén de nuestra vida.
Paco Albert. 6-5-2017
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